«Los grandes éxitos de la técnica y de la ciencia, que han mejorado notablemente las condiciones de vida de la humanidad, no ofrecen soluciones a las preguntas más profundas del espíritu humano. Sólo la apertura al misterio de Dios, que es Amor, puede saciar la sed de verdad y de felicidad de nuestro corazón» (Benedicto XVI).
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