lunes, 11 de julio de 2011

San Francisco de Asís, patrono de la ecología

Alabado seas Señor por todas tus criaturas, Y en especial por el querido hermano sol, que alumbra y abre el día, y es bello en su esplendor y lleva por los cielos noticias de su Autor.
San Francisco llamaba a los animales, al fuego, y al agua, hermanos y hermanas, pues todas las criaturas provienen de la misma fuente y, por tanto, en cierto sentido, todos son miembros de una familia.

Esta visión de una creación comunitaria fue capturada poéticamente en su llamado Cántico del Hermano Sol escrito entre el verano de 1226. El coro de alabanza al Creador es el primer poema escrito en italiano y fue considerado por Dante como una de las más grandes obras de la literatura italiana.

Fue proclamado como patrono de la ecología por Juan Pablo II el día 29 de noviembre de 1979: “Entre los santos y los hombres ilustres que han tenido un singular culto por la naturaleza, como magnífico don hecho por Dios a la humanidad, se incluye justamente a San Francisco de Asís. El, en efecto, tuvo en gran aprecio todas las obras del Creador y, con inspiración casi sobrenatural, compuso aquel bellísimo "Cántico de las Criaturas", a través de las cuales, especialmente del hermano sol, la hermana luna y las estrellas, rindió al omnipotente y buen Señor la debida alabanza, gloria, honor y toda bendición”. (Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 29 de noviembre del año del Señor 1979, II de nuestro pontificado).

El patrono de la ecología, nació en Asís (Italia), el 4 de octubre en el año 1182. Hijo del comerciante Pedro Bernardote y de Pica, pertenecía a una noble familia de la Provenza. Renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. Conocido también como el Pobre de Asís por su matrimonio con la Pobreza y su amor a toda la naturaleza.
Y por la hermana agua, preciosa en su candor que es útil, casta, humilde. alabado seas mi Señor. por el hermano fuego que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre. Alabado seas mi Señor.
Santo popular entre católicos como entre los protestantes y aun entre los no cristianos. Cautivó la imaginación de sus contemporáneos presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y fuerza de un testimonio radical.

San Francisco de Asís, ofrece a los cristianos el ejemplo de un respeto autentico y pleno por la integridad de la creación. Amigo de los pobres, amado de las criaturas de Dios, invito a todos -animales, plantas, fuerzas naturales, incluso al hermano Sol y a la hermana Luna- a honrar y alabar al Señor.
Y por la hermana luna de blanca luz menor y las estrellas claras que tu poder creó, tan limpias y tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en el cielo. Alabado seas mi Señor.
El pobre de Asís nos da testimonio de que estando en paz con Dios podemos dedicar nos mejor a construir la paz con toda la creación, la cual es inseparable de la paz entre los pueblos.

Cuando Francisco tenía unos veinte años, estalló la discordia entre las ciudades de Perugia y Asís y en la guerra, el joven cayó prisionero de los peruginos. La prisión duró un año. Cuando recobró la libertad, cayó gravemente enfermo. Después decidió ir a combatir en el ejército de Galterío y Briena en el sur de Italia. Con ese fin, se compró una costosa armadura y un hermoso manto. Pero un día en que paseaba ataviado con su nuevo atuendo, se topó con un caballero mal vestido que había caído en la pobreza; movido a compasión ante aquel infortunio, Francisco cambió sus ricos vestidos por los del caballero pobre.

Se cuenta que estas actitudes indignaban a su padre, quien desconcertado por la conducta de su hijo, una vez, le golpeó cuando Francisco tenía veinticinco años. Además de ponerle grillos en los pies, le encerró en una habitación, intentando cambiar a su hijo.

Pero contrariamente solo logró reforzar la actitud de desprendimiento en Francisco quien rechazó a sugerencia e incluso a sus vestidos: "Los vestidos que llevo puestos pertenecen también a mi padre, de suerte que tengo que devolvérselos." Acto seguido se desnudó y entregó sus vestidos a su padre, diciéndole alegremente: "Hasta ahora tú has sido mi padre en la tierra. Pero en adelante podré decir: Padre nuestro, que estás en los cielos."’
Y por la hermana tierra que es toda bendición hermana madre tierra que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color. Y por el aire, las nubes y la calma. Alabado Seas mi Señor.
Su humildad no consistía simplemente en un desprecio sentimental de sí mismo, sino en la convicción de que "ante los ojos de Dios el hombre vale por lo que es y no más". El hombre debe servirse del universo para mejorarlo, custodiarlo, transformarlo para la gloria del Creador. San Francisco no despreciaba a ninguna criatura y con menos razón despreciaba al hombre, hecho a «imagen y semejanza de Dios».

En aquella época, las palabras del evangelio: "Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado.. . Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente . . . No poseáis oro ... ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo ... He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos. . ." (Mat.10 , 7-19), penetraron hasta lo más profundo en el corazón de Francisco y éste, aplicándolas literalmente, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con la pobre túnica ceñida con un cordón. Tal fue el hábito que dio a sus hermanos un año más tarde: la túnica de lana burda de los pastores y campesinos de la región. Vestido en esa forma, empezó a exhortar a la penitencia con tal energía, que sus palabras hendían los corazones de sus oyentes.

Considerándose indigno del sacerdocio, Francisco sólo llegó a recibir el diaconado. En 1210, cuando el grupo contaba ya con doce miembros, Francisco redactó una regla breve e informal que consistía principalmente en los consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Con ella se fueron a Roma a presentarla para aprobación del Sumo Pontífice. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba.

En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula.
Cántico del Hermano Sol Altísimo, omnipotente y buen Señor: tuyas son la alabanza, la gloria y el honor. Tan solo Tú eres digno de toda bendición. Y nunca es digno el hombre de hacer de Ti mención.
Francisco sentía un profundo respeto y admiración por todo lo que hallaba en la naturaleza: desde un simple escarabajo hasta el astro rey. Especial cuidado y respeto le merecían las cosas más pequeñitas. Jamás mataba a un insecto, ni utilizaba de la naturaleza sin necesidad. Al hacer esto, Francisco no glorificaba a las cosas per se, sino a su Creador.

Alrededor de la Porciúncula, los frailes construyeron varias cabañas primitivas, porque San Francisco no permitía que la orden en general y los conventos en particular, poseyesen bienes temporales. Había hecho de la pobreza el fundamento de su orden y su amor a la pobreza se manifestaba en su manera de vestirse, en los utensilios que empleaba y en cada uno de sus actos.

Los dos últimos años de la vida de Francisco fueron de grandes sufrimientos. Fuertes dolores debido al deterioro de muchos de sus órganos (estómago, hígado y el bazo), consecuencias de la malaria contraída en Egipto.

Murió el 3 de octubre de 1226, después de escuchar la lectura de la Pasión del Señor según San Juan. Francisco había pedido que le sepultasen en el cementerio de los criminales de Colle d’lnferno. En vez de hacerlo así, sus hermanos llevaron al día siguiente el cadáver en solemne procesión a la iglesia de San Jorge, en Asís. Ahí estuvo depositado hasta dos años después de la canonización. En 1230, fue secretamente trasladado a la gran basílica construida por el hermano Elías.

El cadáver desapareció de la vista de los hombres durante seis siglos, hasta que en 1818, tras cincuenta y dos días de búsqueda, fue descubierto bajo el altar mayor, a varios metros de profundidad. El santo no tenía más que cuarenta y cuatro o cuarenta y cinco años al morir.

El legado ecologista de San Francisco consiste en enseñarnos que debemos repensar nuestro lugar en el orden creado, de modo que el bienestar humano está integrado en el bienestar de todas las cosas (medio ambiente). Para él, era vital entender la relación entre la humanidad y toda la creación. La visión franciscana ayuda a ver la vida como un gran regalo. Si podemos ser humildes como él, y entender que el mundo no está en nuestro control, tomaremos nuestro lugar como una parte, y solo una parte, de la gran comunidad de la creación.

Que San Francisco de Asís nos inspire y nos ayude a conservar siempre vivo el sentimiento de la `fraternidad’ con todas las cosas- creadas buenas y bellas por Dios Todopoderoso- y nos recuerde el grave deber de respetarlas y custodiarlas . (SS Juan Pablo II; 8 Dic. 1989)

Vida simple La sencillez como alternativa de futuro
 
«Necesitamos vivir simplemente
para que otros puedan
simplemente vivir». 
Mahatma Gandhi

«Vuestro Padre sabe lo que os hace falta. Buscad su Reino y lo demás se os dará por añadidura... Vended vuestros bienes y dad limosna. Procuraos bolsas que no envejezcan, un tesoro inagotable en el cielo, donde los ladrones no llegan ni los roe la polilla. Pues, donde está vuestro tesoro, está vuestro corazón». Lucas 12, 30-34

Si formamos parte de la gente más rica de la Tierra, ¿por qué no somos los más felices? ¿Es posible dejar atrás los ritmos acelerados de la vida actual y buscar alternativas que llenen nuestra existencia? ¿Es posible mejorar la calidad de vida consumiendo menos? ¿Es posible vivir en mayor armonía con los ritmos de la naturaleza y de nuestro cuerpo? 

La cultura occidental, capitalista y neoliberal prosigue su marcha inexorable hacia un mundo cada día más sofisticado y artificial, proyectando en el resto del planeta la misma fascinación y culto al dinero, la prisa, la movilidad, el consumo, la competitividad, el trabajo deshumanizante, la acumulación, el éxito, la imagen, las drogas de todo tipo, la realidad virtual que desfigura la vida... Como becerros de oro, son nuevos ídolos que exigen la sumisión total de sus fieles. La publicidad, verdadero compendio de todas las ciencias, se encarga de programarnos para que no nos escapemos de este paraíso-jaula diseñado por los departamentos de márketing.

Las estadísticas no cesan de darnos datos preocupantes: utilizamos y despilfarramos más recursos de los que el planeta puede dar. Un quinto de la humanidad consume más que las otras cuatro quintas partes, que viven en situación de pobreza. Aumenta la tensión, el estrés, las relaciones humanas de quita y pon, la falta de tiempo para el silencio y la introspección, la comida basura, la atmósfera enrarecida, el agujero de la capa de ozono... Se nos invita a ir hasta el último rincón del planeta mientras seguimos sin conocer a los vecinos de nuestra escalera ni la vida interna de nuestro pueblo o barrio… o la de nuestros seres más queridos.

¿Un programa de vida que contrarreste esta tendencia? Optar por la simplicidad voluntaria. Ser más libres interior y exteriormente. Ser más personas. Vivir con una mayor armonía entre el cuerpo y el espíritu. Redescubrir la belleza de la naturaleza y de las relaciones humanas profundas. Encontrar formas más naturales de re-crearnos, de usar nuestro tiempo libre, de enriquecer la mente y restablecer nuestras fuerzas. Depender menos de las cosas para sentirnos felices. Hacer que nuestras vidas tengan menos ataduras y dependencias. Ser más desprendidos y más solidarios.  Ser, en definitiva, como Jesús.

Jesús es el hombre sencillo por excelencia. Totalmente desprendido, se pone siempre en las manos del Padre y confía. Invita a sus discípulos a vivir sin acumular, a no preocuparse por cosas innecesarias, a ser pobres de espíritu, a repartir lo que sobra y aún lo que se precisa con los más necesitados, a orar con confianza plena en tiempos de escasez, a fiarnos de la gente que el Padre pondrá en el camino para ayudarnos. Sólo los sencillos y humildes pueden entender su mensaje.

La Iglesia ha vivido este tema en eterna dialéctica, cayendo en la tentación de amasar riqueza y poder y de hacer complejo, sofisticado, barroco y distante lo que en un principio era sencillo y asequible a la gente. Por ello ha tenido que ser sacudida cada cierto tiempo por profetas como los padres y madres del desierto, Francisco de Asís, Carlos de Foucault, Dorothy Day, Juan XXIII,…

El Espíritu Santo sigue alentando hoy la respuesta generosa de personas que, desde opciones humanistas o planteamientos religiosos, nos alertan con su testimonio del peligro y nos invitan a vivir vidas más sencillas. Son muchos ya los que, interesados en algunas de las múltiples áreas de la vida simple, se han "echado al monte" y han comenzado a caminar por senderos alternativos.

¿Por dónde empezar? En el presente número publicamos una apretada colección de artículos, materiales y sugerencias que esperamos sirvan de guía para orientarnos en tan necesario tema. Esperamos que sean de utilidad. No obstante, dada su importancia, seguiremos publicando artículos sueltos en los próximos números que profundicen en la opción evangélica por una vida más sencilla.

     
Diez consejos
para vivir
más sencillamente
Juan Yzuel 
Artículo de la revista Discípulos
 

He aquí diez sugerencias. Algunas están inspiradas en el libro La vida simple de Carlos Fresneda, que reseñamos en otra sección, otras son fruto de mi experiencia y el testimonio de otras personas. Seguro que hay muchas más. Intenta añadir tus propias máximas y, sobre todo, vamos a vivirlas para que nuestro testimonio humano y cristiano sea luz para un mundo cada día más sofisticado y menos feliz.

1.    Disfruta de tu hogar

Siéntete cómodo en tu casa. Haz que sea y parezca simple. No la recargues de adornos innecesarios. Evita que el televisor haga las veces de «hogar» o chimenea, desplazándolo a un lugar menos visible o poniéndole puertas. Aprende a decorar y reparar las cosas con tus manos. Redescubre el rito de las comidas en familia y sin televisión. No seas esclavo .del teléfono. Invita a tus amigos a tu casa y hazles sentirse bienvenidos. ¿Por qué no les preparas tú mismo la comida?

2.    Corta con «El Corte»

No vuelvas a salir de tiendas por impulso o diversión, ni te creas todo lo que predican grades tiendas como, en España, “El Corte Inglés”. Evita que tu familia pase la tarde del sábado en la fórmula 9C: Coche (o carro en Hispanoamérica),centro comercial, compra, consola (de juegos de pago en vez de juegos en el parque), cine, cola (de la fila o de la famosa marca de Atlanta), cena y caravana (de vuelta a casa). No compres nunca en domingo. Establece días de consumo bajo o cero, en los que no se compra más que lo estrictamente necesario. Invierte más en las tiendas y comercios del barrio. Practica el trueque y el uso compartido. Compra cosas de segunda mano, productos con poco embalaje, de comercio justo y ecológico. Sé fiel a la regla de las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar: Abre los armarios y despréndete de cuanto no hayas usado en el último año. Dónalo o véndelo a una tienda de segunda mano. Aprende a decir no. Evita acumular cosas y costumbres innecesarias.

3. Sé responsable con tu dinero

Salda tus deudas. Intenta pagar siempre que puedas al contado; gastarás menos. Haz ajustes para vivir dentro de tus posibilidades. Analiza y recorta tus gastos. Calcula cuánto podrías ahorrarte si no compraras ciertos productos de marca. Que tu austeridad sea desde la alegría. Motívate con un compromiso solidario: lo que te sobra es lo que otra persona necesita para llevar una vida digna.

4. Detente a oler las flores

Quítate el grillete de la muñeca -al menos de vez en cuando- deja de depender tanto del reloj. Escucha tu reloj interior. Tómate días de retiro, de verdadero descanso, sin programa alguno. No estés hasta la última hora del día haciendo cosas o viendo la televisión. Un día a la semana acuéstate y levántate antes. Huye de todo lo que «enganche» y cree adicción. Vivir equilibradamente implica saber combinar las actividades que nos agradan y recrean. Cuando algo se  convierte en una obsesión hay que buscar la forma de liberarse de su esclavitud.

5. Viaja hacia dentro

Sal con tiempo y camina; tu ser entero lo agradecerá. Si has de tomar un vehículo, que sea de transporte público. Haz que el tiempo en el autobús o el tren sea enriquecedor y cada día te parecerá más gratificante respecto al tiempo perdido en los atascos. Viaja hacia tu mundo interior con un tiempo de calidad dedicado a la meditación; descubrirás paisajes increíbles y enriquecerás todas las dimensiones de tu vida. Escribe un diario y disfruta mas de tu existencia. Visita a la gente que está sola, y pasea también, con respeto y admiración, por sus mundos personales. Si quieres conocer de verdad el mundo, descúbrelo por carreteras secundarias, comiendo su comida, bebiendo su vino, bailando su música y estando en contacto con la realidad.

6. Apaga la tele

Evita caer en la tentación de la televisión y su creciente número de canales como forma de pasar el tiempo. Cada día estamos ante ella una media de tres horas. Huye de la ilusión de que estás informado porque ves el telediario. Lee más. Pasea más. Escribe más a quienes amas. Aprende nuevas habilidades. Si hay niños pequeños en la casa, mira la tele con ellos y dales criterios para elegir. Dales alternativas, léeles cuentos, participa en sus juegos. Proponte leer todas las noches media hora. y recuerda: detrás de los medios de comunicación y de Internet hay grandes intereses políticos, sociales y económicos. Sé crítico con la información y contrástala. Separa los hechos de las opiniones y busca apasionadamente la verdad en todo momento, sin dejarte manipular.

7. Vive en la realidad

Cuida las relaciones humanas cercanas a ti y no caigas en una vida de simples amistades «virtuales». Convivir con los demás es siempre más difícil-y hermoso- que charlar con desconocidos en la red. El amor verdadero se vive en la vida diaria. Es más bonito y enriquecedor jugar un partido de fútbol o baloncesto que echar una partida con un simulador virtual. Un tamagotchi nunca será igual que una mascota.  

8. No corras detrás de todo lo nuevo

Las nuevas tecnologías deben estar a nuestro servicio, no al revés. Utiliza el ordenador como herramienta y no como un fin en sí mismo. Compra sólo la cantidad de programas, periféricos y accesorios que vayas a utilizar. Párate a pensar si de verdad necesitas un teléfono móvil. Hay muchas formas de invertir tus recursos económicos que pueden ser más interesantes, humanamente enriquecedoras y baratas que el último videojuego.

9. Lleva una vida sana y cercana a la naturaleza

Haz ejercicio regularmente, pero sin caer en el culto al cuerpo perfecto. Cambia de hábitos alimentarios y renuncia totalmente a la comida basura. Utiliza productos menos procesados, más naturales. Consume más productos frescos, verduras y legumbres. Redescubre los sabores puros de la leche, el agua... y el vino. Asocia siempre el tiempo libre con la naturaleza. Date tiempo suficiente para dormir. Evita caer en la dependencia del alcohol, el tabaco y otros tipos de drogas. No merecen la pena.

10. Recupera el sentido de comunidad

No caigas en el sedentarismo. Comprométete en actividades que te obliguen a salir de casa. Conoce a tus vecinos. Participa en las asambleas de tu parroquia y en los grupos de jóvenes y de tiempo libre de tu barrio. Comprométete en acciones comunitarias o en una ONG. Sé solidario, sé un voluntario. Comparte lo que tienes, sobre todo lo que te sobra. Camina con otros por esta senda de una vida más simple y plena.


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